viernes, 11 de marzo de 2011

Folies Bergère

. Eran más de las 2 de la madrugada. Ya deberían haber cerrado hacía una hora, pero el salón aun estaba atestado de clientes alargando excesivamente la sobremesa con grandes copas de ron. El caballero del sombrero de copa ya llevaba un buen rato soltando groserías que ella tenía que aguantar estoicamente si quería conservar su trabajo.

.Su trabajo... ojalá tuviera fuerzas de plantar cara al mundo y vivir su vida. Su padre, un orgulloso médico retirado, la obligaba prácticamente a prostituírse en aquel bar de dudosa reputación, además de encargarle la limpieza de toda la casa y de mantener todos sus caprichos con su pequeño sueldo de camarera, el cual iba íntegro para su progenitor. El único beneficio que ella obtenía era una pequeña ración de comida fría y un camastro en el desván.

.Los minutos seguían pasando y pocas mesas quedaban vacías. En su cabeza empezó a formarse una idea, que primero quiso rechazar por considerarla absurda, pero inconscientemente no pudo evitar darle forma, hasta que se convirtió en algo tan real como aquellas personas que charlaban y reían, ajenas a lo que estaba a punto de suceder.

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